Mientras los araucanos temen responder una llamada de un nรบmero desconocido, un operativo en la cรกrcel local destapรณ lo que muchos sospechaban, los reclusos estรกn mejor equipados que nunca para seguir delinquiendo desde el encierro. En una acciรณn conjunta, el Gaula de la Policรญa, el Gaula del Ejรฉrcito y la Armada Nacional confiscaron 81 celulares, cargadores, panfletos del ELN y armas cortopunzantes dentro del centro penitenciario.
El hallazgo pone en evidencia una realidad alarmante, las cรกrceles, lejos de ser espacios de reclusiรณn, se han transformado en verdaderos cuarteles del crimen organizado. Desde estos muros, los extorsionistas operan con una impunidad que desconcierta. Los dispositivos incautados, suficientes para montar una tienda tecnolรณgica, dejan una pregunta en el aire: ยฟcรณmo logran ingresar estos elementos a un lugar supuestamente vigilado?
Las autoridades han destacado el operativo como un โduro golpeโ a las redes criminales, pero la escena resulta inquietantemente familiar.
Casos similares se repiten en penales de todo el paรญs, y la duda persiste: ยฟes este decomiso una soluciรณn real o solo un parche temporal? Expertos advierten que, sin controles mรกs estrictos, los celulares decomisados podrรญan ser reemplazados en cuestiรณn de dรญas, y el ciclo de extorsiรณn seguirรก sonando en los telรฉfonos de las vรญctimas.
Este nuevo capรญtulo en Arauca reaviva el debate sobre la seguridad en las prisiones y el rol de las instituciones para frenar una delincuencia que no conoce rejas.